UN VIAJE INTIMO Y CONMOVEDOR, DONDE EL DOLOR Y LA SANACIÓN SE ENTRELAZAN EN UNA NARRATIVA PODEROSA Y TRANSFORMADORA. 

El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes (Impedimenta nº 192) (Spanish Edition) de [Tatiana Tibuleac, Marian Ochoa de Eribe Urdunguio]

TATIANA TIBULEAC
IMPEDIMENTA, 2022
247 Páginas

Aquella mañana en que la odiaba más que nunca, mi madre cumplió treinta y nueve años.  Era bajita y gorda, tonta y fea.  Era la madre más inútil que haya existido jamás.  Yo la miraba desde la ventana mientras ella esperaba junto a la puerta de la escuela como una pordiosera.  La habría matado con medio pensamiento.  Junto a mí, silenciosos y asustados, desfilaban los padres. Un triste atajo de perlas falsas y corbatas baratas, venido a recoger a sus hijos defectuosos, escondidos de los ojos de la gente.  Al menos ellos se habían tomado la molestia de subir.  A mi madre yo le importaba un pimiento, al igual que el hecho de que hubiera conseguido terminar unos estudios.

Así comienza El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes una fascinante y emotiva odisea narrada por Aleksey, quien, en su etapa adulta, rememora un verano crucial de su adolescencia.

SOBRE LA NOVELA

El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes es un relato cautivador que nos sumerge en un mundo de dolor y abandono, donde Aleksey enfrenta su propia enfermedad mental mientras lidia con la muerte inminente de su madre a causa del cáncer.

Desde las primeras páginas, el lector se adentra en la infancia marcada por la tragedia de Aleksey. Después de la pérdida devastadora de su hermana, sus padres se sumen en la indiferencia y el desapego, dejando a Aleksey con cicatrices emocionales profundas. Como resultado, su vida se ve afectada por una enfermedad mental relacionada con la ira, lo que lo lleva a ser internado en una institución especializada.

Es en el verano que Aleksey relata con tanto detalle, donde todos los cimientos de su existencia se ven desafiados. Con resentimiento y rencor hacia su madre, se ve persuadido a pasar ese verano en un tranquilo pueblo francés. En este escenario aparentemente idílico, Aleksey descubre la verdad: su madre está librando una batalla perdida contra el cáncer y solo le quedan tres meses de vida. Ella, desafiando las expectativas, le pide a su hijo que comparta esos preciosos momentos con ella.

A medida que la historia se desenvuelve, presenciamos la transformación asombrosa de Aleksey. En la cercanía de la muerte, el joven se sumerge en un mar de reflexiones sobre su infancia dolorosa y las relaciones fracturadas que ha tenido. Es a través de este proceso que Aleksey logra despojarse del odio que lo consumía y descubre un amor y un cuidado íntimo y excepcional hacia su madre.

Pero la historia no termina ahí. Con una prosa cautivadora, la autora nos lleva más allá del verano fatídico y nos permite vislumbrar las consecuencias que esta experiencia tuvo en la vida adulta de Aleksey. A medida que vagamente entendemos cómo se convirtió en un talentoso pintor, se revelan las huellas indelebles que aquel verano dejó en su camino hacia la madurez.

El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes es una narración innovadora y cautivadora que atrapa al lector desde el primer momento. A través de la oscura y conmovedora historia de Aleksey, somos testigos de una metamorfosis emocional que despierta nuestra propia introspección. Esta novela magistralmente escrita nos confronta con los lazos familiares, la mortalidad y la capacidad de transformación del ser humano.

TEMAS DE LA NOVELA

Las enfermedades:  El cáncer, la locura

En la novela El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes, se exploran de manera profunda y simbólica dos temas principales: las enfermedades y su impacto en la vida de los personajes, y la locura como fuente de transformación y creatividad.

El cáncer, representado por la enfermedad que aqueja a la madre de Aleksey, se convierte en un elemento central en la narrativa. La autora retrata cómo Aleksey asocia el cáncer de su madre con las características negativas que ve en ella, como la falta de presencia como madre y la falta de entusiasmo por vivir. Sin embargo, a medida que la madre enfrenta su propia mortalidad durante los tres meses finales de su vida, la perspectiva de Aleksey cambia. El proceso de deterioro y muerte se convierte en una especie de expiación y transformación para su madre, donde ella crece, se desarrolla y suple las fallas de su vida. Asimismo, la relación entre madre e hijo se transforma a medida que el cáncer avanza, generando un vínculo más profundo y comprensivo. La muerte llega cuando Aleksey ya ha experimentado una transformación interna significativa.

Por otro lado, la enfermedad mental de Aleksey, relacionada con su manejo de la ira, también se aborda en la novela. La locura se presenta como una fuerza poderosa y creativa, asociada con la genialidad de un artista. A medida que la trama avanza, la muerte de su madre se convierte en un catalizador para la transformación de la condición mental de Aleksey. Su enfermedad se convierte en un impulso creativo que canaliza a través de su vocación como pintor. La autora explora la noción de que la locura puede ser un vehículo para la expresión artística y la creación, presentándola como un elemento inherente a la identidad de Aleksey.

La muerte

En El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes, la muerte se erige como un tema central y poderoso que impregna toda la narrativa. Es a través de la muerte que se desencadenan diversas transformaciones en la vida de Aleksey y se exploran las complejidades de su condición mental y el dolor de su infancia.

La muerte se convierte en un disparador de la condición mental de Aleksey, desencadenando una serie de emociones y pensamientos intensos en su interior. Es la confrontación con la finitud y la pérdida que lo empuja a adentrarse en los rincones más oscuros de su mente y explorar su propia locura. La muerte, en este sentido, actúa como un catalizador para su proceso de autorreflexión y transformación personal.

Además, la presencia de la muerte está íntimamente ligada al vínculo entre Aleksey y su madre durante ese verano crucial. A medida que ella enfrenta su enfermedad terminal, Aleksey es testigo directo de su proceso de morir. Esta experiencia compartida los conecta de una manera profunda y compleja, y la muerte se convierte en el telón de fondo de su relación. A través de esta conexión en medio de la mortalidad, Aleksey experimenta una metamorfosis emocional, en la que el dolor de su infancia se transforma y encuentra cierta expiación.

La muerte, entonces, se convierte en el deseo paradójico de Aleksey. Por un lado, anhela la liberación que la muerte podría brindarle de su sufrimiento y su condición mental. Pero al mismo tiempo, es a través de la confrontación con la muerte y el proceso de duelo que él encuentra una forma de transformación y redención, sanando las heridas de su infancia y reconstruyendo su sentido de identidad.

La relación madre-hijo

La novela El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes nos sumerge en una exploración profunda y desafiante de la relación madre-hijo. A diferencia de la expectativa común de que estas relaciones son siempre positivas y llenas de amor incondicional, la historia nos presenta una dinámica perturbadora y conflictiva.

Desde el comienzo, se revela una relación marcada por la violencia, el odio, el reproche, el irrespeto y el abandono. Aleksey y su madre parecen estar atrapados en un ciclo destructivo de resentimiento y falta de entendimiento mutuo. Estas emociones negativas tejen una telaraña de tensión y dolor en su vínculo.

Sin embargo, la situación particular en la que se encuentra la madre de Aleksey, enfrentando una enfermedad terminal, provoca un cambio drástico en la dinámica de su relación. Aleksey se ve obligado a asumir un nuevo rol: el de cuidador y confidente de su madre en su estado más vulnerable. A medida que se adentran en la intimidad de la enfermedad y la muerte inminente, se produce una transformación profunda en su relación.

La cercanía con la mortalidad y la necesidad de cuidar a su madre llevan a Aleksey a confrontar su odio y resentimiento de una manera nueva y profunda. El amor y la compasión emergen gradualmente en medio de la adversidad, purificando la relación a medida que se acercan al final inevitable. La muerte se convierte en un catalizador para la sanación y la redención, permitiendo a Aleksey experimentar una profunda transformación y encontrar una forma de paz y aceptación dentro de su relación con su madre.

En última instancia, la novela desafía la idea preconcebida de que las relaciones maternofiliales son siempre positivas y abiertamente amorosas. En cambio, nos muestra la complejidad de estas relaciones, la capacidad de cambio y transformación, y cómo incluso las conexiones más turbulentas pueden encontrar un camino hacia la sanación y la redención a través de la confrontación con la mortalidad y la vulnerabilidad humana.

La narración del dolor

El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes profundiza en la narración del dolor y reflexiona sobre cómo el acto de narrar puede ayudarnos a comprender y procesar los traumas. Aleksey, desde un futuro distante donde se enfrenta a un evento traumático, mira hacia atrás y reflexiona sobre aquel verano transformador.

En esta exploración retrospectiva, la novela cuestiona la función de la literatura como vehículo para abordar temas difíciles y crudos. A través de la mirada de Aleksey, nos adentramos en una narración íntima y cruda del dolor, donde se exploran los recuerdos y experiencias que lo han llevado a su situación actual.

El ejercicio reflexivo de Aleksey sobre su pasado nos invita a considerar cómo la narración puede ser una forma de comprensión y procesamiento del trauma. A medida que se sumerge en su relato, Aleksey busca encontrar sentido en su sufrimiento, desentrañando las capas de dolor y confrontando las heridas emocionales que han marcado su vida.

La novela misma, con su tono crudo y duro, también se convierte en un ejemplo de la función de la literatura en la exploración y el examen de experiencias dolorosas. A través de su narración franca y directa, la novela nos permite sumergirnos en la oscuridad de los traumas y nos invita a reflexionar sobre la capacidad transformadora de la literatura para abordar y dar sentido a estas experiencias.

En resumen, El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes plantea preguntas sobre cómo narrar el dolor puede conducir a una comprensión más profunda de los traumas. A través de la reflexión de Aleksey sobre su pasado y la propia naturaleza cruda de la novela, se explora la función de la literatura como una herramienta para enfrentar experiencias difíciles y encontrar sentido en el sufrimiento humano.

Opinión personal 

En mi opinión sumergirse en las páginas de El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes es adentrarse en un viaje emocional profundo y conmovedor. Esta novela es mucho más que una simple historia; es un ejercicio reflexivo sobre el poder de la narración y su capacidad de ayudarnos a comprender y procesar el dolor.

A través de los ojos de Aleksey, somos testigos de su mirada desde un futuro distante, enfrentándose a un evento traumático en su vida. Mirando hacia atrás, nos sumergimos en un verano transformador donde el dolor se entrelaza con cada página. La narrativa íntima y cruda nos arrastra hacia los recuerdos y las experiencias que han moldeado su camino.

En esta exploración retrospectiva, la autora desafía nuestra percepción de la literatura al cuestionar su función como un medio para abordar temas difíciles y crudos. A través de Aleksey, nos sumergimos en una narración desgarradora del dolor, donde cada palabra nos obliga a confrontar nuestras propias heridas emocionales. La novela nos invita a reflexionar sobre cómo el acto de contar nuestra historia puede ser una poderosa herramienta de comprensión y procesamiento del trauma.

Aleksey se sumerge valientemente en su propio relato, buscando encontrar sentido en su sufrimiento. A medida que desentraña las capas de dolor y confronta las heridas que lo han marcado, nos vemos inmersos en su búsqueda de redención y sanación. La crudeza y dureza de la narrativa nos golpea en el corazón, recordándonos la oscuridad que puede habitar en nuestras propias experiencias.

El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes se convierte en un testimonio vívido de la capacidad transformadora de la literatura. Nos sumergimos en la oscuridad de los traumas y, a través de la narración franca y directa, nos vemos obligados a reflexionar sobre nuestra propia humanidad. La novela nos invita a explorar la capacidad de la literatura para abordar y dar sentido a nuestras experiencias más difíciles.

En última instancia, esta obra maestra nos deja con una profunda pregunta: ¿cómo podemos utilizar la narración como una herramienta para comprender y sanar nuestras propias heridas? El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes nos recuerda el poder inmenso de las palabras y nos insta a enfrentar nuestras propias historias, encontrando en ellas el camino hacia la esperanza y la renovación.

SOBRE LA AUTORA

Tatiana Tibuleac, en una imagen.

Tatiana Tibuleac, una talentosa periodista y escritora rumano-moldava, ha emergido como una destacada voz en las letras de Europa oriental en la última década. Nacida en Moldavia en 1978, Tibuleac inició su carrera como cronista y columnista en medios locales, estableciendo una base sólida para su incursión en el mundo de la escritura.

Después de forjar su camino en el periodismo, Tibuleac se trasladó a Francia, donde decidió dedicarse por completo a su pasión por la escritura. Este cambio marcó un punto de inflexión en su carrera, permitiéndole explorar nuevas fronteras creativas y compartir sus historias con el mundo.

Tibuleac ha publicado tres libros hasta la fecha, cada uno de ellos dejando una huella en el panorama literario. Su primer trabajo, Fábulas modernas, publicado en 2014, fue un punto de partida para su carrera y estableció su estilo narrativo distintivo.

Sin embargo, fue con la publicación de El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes en 2016 cuando Tibuleac capturó la atención de la crítica y el público. Esta novela poderosa y conmovedora se convirtió en un éxito aclamado, consolidando su reputación como una autora capaz de explorar temas complejos con profundidad y sensibilidad.

En 2018, Tibuleac lanzó su tercer libro, Jardín de vidrio, ampliando aún más su alcance literario y ofreciendo a los lectores una nueva experiencia inmersiva.

Con su prosa emotiva y su habilidad para adentrarse en las emociones más profundas de sus personajes, Tibuleac ha dejado una marca perdurable en la literatura contemporánea. Su habilidad para narrar historias que exploran la condición humana con sensibilidad y fuerza la ha convertido en una voz ineludible en la escena literaria europea.

A medida que Tatiana Tibuleac continúa su viaje creativo, su nombre resuena como una autora con la capacidad de conmover y cautivar a través de sus obras. Su enfoque único y su destreza narrativa la posicionan como una fuerza literaria a tener en cuenta en el panorama internacional.

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  1. Un excelente libro para una excelente reseña que nos recuerda lo frágil que es el ser humano cuando se enfrenta al dolor y el sufrimiento y la muerte misma.

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