MINIMALISMO DIGITAL: 7 hábitos, 24 acciones para desconectar y reconectar con el mundo offline

Minimalismo Digital:  7 hábitos, 24 acciones para desconectar y reconectar con el mundo offline

¿ADONDE SE HA IDO MI TIEMPO?

Miro la hora en el reloj de la pantalla de mi computador; me llevo las manos a mi cabeza y me escurro en la silla al comprobar atónita que es casi medianoche. Cuando llegué a casa, después de un día agotador, todavía me quedaba parte de la tarde por delante, y aún no he arreglado mi estudio, ni he llamado a mis padres, tampoco he conversado con mi hijo, ni he leído aquel libro que hace meses vive sobre el librero. ¿A dónde se han ido las últimas cinco horas?

Mi vida ha sido una carrera contra el tiempo. De niña, el agobio por terminar a tiempo las tareas del colegio y sacar buenas calificaciones; de joven, el estrés de cumplir con las expectativas de mis padres para cursar una carrera universitaria y conseguir, después, un trabajo para toda la vida; ni qué decir de encontrar al hombre perfecto, casarme con él y tener un hijo antes de los treinta. Ya en la adultez, cuando llegas a la cima y tienes un cargo de responsabilidad, sabes a qué hora comienza tu día, pero no a qué hora termina. Esto no me generaba la satisfacción que yo esperaba, hasta que llegó a mi vida algo que en principio vi como la panacea, pero que en el proceso me di cuenta de que debía hacerlo mío si quería tener el cambio que yo necesitaba: el minimalismo digital me pedía que viviera un día a la vez.

En los últimos años, mi vida se presentaba como una sucesión de horas de trabajo y de decenas de pequeñas tareas diarias acumulándose como una maldición: plazos y fechas límites en el horizonte que se venían encima a toda velocidad, mientras me hacía cada día un poco más vieja y con un montón de situaciones por resolver.

Los días volaban a tal velocidad que no me quedaban horas para vivir. No sabía organizarme de forma eficiente, y las carreras cotidianas no me dejaban concentrar en ninguna actividad fuera de mi vida laboral. En realidad, ni siquiera tenía claro lo que quería hacer con mi tiempo libre; es más, antes, cuando había un descanso o una pausa, estaba enfocada en mi teléfono celular, interactuando en todas las redes sociales y, a pesar de ello, sentía que no obtenía un resultado concreto de su uso.

Siempre se me han ocurrido nuevas ideas para desarrollar, pero sentía una profunda frustración porque no encontraba el momento para dedicarme a hacerlas posibles, y al final terminaba abandonando mis proyectos y aficiones. Tenía esa sensación de ir siempre tarde, de estar quedada, de ver pasar los años y no estar haciendo cosas gratificantes.

Llevaba más de diez años sumergida en el mundo digital, implementando soluciones de tecnología, hasta que llegó el día de darme cuenta de que, sin importar lo que estuviera haciendo, a diario tenía esa sensación de la que ya he hablado, de que debería estar haciendo otra cosa más urgente en su lugar, y que el tiempo era escaso para todo lo que había planeado hacer. Incluso, en mi tiempo de ocio iba acelerada para visitar la mayor cantidad de lugares mientras estaba de vacaciones, o buscaba hacer más deporte en menos tiempo o lograr visitar a mis padres los fines de semana.

Lo cierto es que, al final de nuestra vida, poco nos importará cuántas cosas hayamos hecho, y, por el contrario, pesará más cuánto disfrutamos lo que hayamos hecho y, aun así, la mayoría de nosotros nos encontramos ocupados corriendo el día entero tarea tras tarea, y no nos detenemos a disfrutar de nuestros pequeños logros o del simple milagro de la vida.

Recuerdo cuando era niña y los días parecían eternos mientras jugaba con mis hermanos, sin preocuparme de la hora ni de tener que hacer nada más que mantener en el aire una cometa en uno de esos inolvidables días de agosto. Ya adulta, añoraba mi infancia, cuando el tiempo pasaba con un ritmo diferente, y me negaba a creer que los adultos no tuviéramos derecho a disfrutar de la calma. Nos hemos acostumbrado al estrés y a la prisa que los hemos aceptado como una particularidad de la adultez; ¿pero sabes?, no lo son. Pasarte la vida corriendo no es normal. No es normal estar dispuestos a actuar ante el leve zumbido que produce un teléfono celular.

Cerca de cumplir cincuenta años, sentí que mi vida tenía que cambiar, que había espacios sin explorar y experiencias sin vivir, y en esa búsqueda el minimalismo digital llegó a mi vida para dar respuesta a esas preguntas que me estaba haciendo. Contaba con un buen trabajo, una carrera exitosa, un esposo maravilloso, un hijo universitario y una casa bonita. En esencia, tenía todo lo que cualquier persona a mi edad podía desear y me sentía privilegiada; sin embargo, mi trabajo, mi día a día en el mundo digital, las nuevas tecnologías y la innovación, me tenían atrapada y no veía una salida.

En mi camino hacia el minimalismo digital, me di cuenta de que no necesitaba otro computador, ni un nuevo teléfono, y tampoco buscaba más reconocimiento a nivel profesional: lo que en realidad necesitaba era recuperar esa sensación de libertad y ligereza que había perdido años atrás.

Cuando escuché hablar por primera vez de minimalismo digital, sentí la necesidad repentina de liberarme del exceso de pantallas, de vivir de una forma más simple y consciente, más conectada con la naturaleza, como cuando era niña y disfrutaba los días recogiendo las brevas más maduras de los árboles que teníamos en el solar de nuestra casa.

En este propósito de recuperar el control de mi tiempo y de rescatar las actividades análogas más gratificantes, descubrí que la clave para avanzar en un mundo de alta tecnología, era dedicar menos tiempo a usar las nuevas tecnologías.

Parecería contradictorio que quisiera alejarme del ruido tecnológico, pero fue así, y en la búsqueda de una vida más pausada leí libros sobre minimalismo digital, seguí a blogueros expertos en esta temática, escuché cientos de podcasts y puse a prueba mis habilidades como gerente de proyectos de tecnología para crear un plan de desconexión digital que llamé 24/7: 24 acciones y 7 hábitos hacia el minimalismo digital. Hice pruebas y ajusté el funcionamiento de mi plan hasta poder lograr desconectarme del mundo digital y así volver a reconectar con aquello en verdad importante en mi vida.

Mi desconexión digital dio inicio al reducir el uso de mis dispositivos electrónicos; luego, tomé el control de mi celular, al mismo tiempo que me alejé de las redes sociales, y eso funcionó como un efecto dominó: eliminó de mi mente la necesidad de ser multitarea y me permitió poner mi energía y atención en lo importante. Además de retomar el control de mis dispositivos, también necesitaba un cambio radical en mi manera de vivir los fines de semana, así que elegí un día para liberarme de aparatos digitales, lo que me llevó a reencontrarme con la actividad física, un hábito que había olvidado en mi adultez, y al final, tomé conciencia acerca de las compras compulsivas que solía realizar, lo que me permitió ajustar mi plan de ahorros.

“EN ESTE PROPÓSITO
DE RECUPERAR EL CONTROL DE MI
TIEMPO,DESCUBRÍ
QUE LA CLAVE
PARA AVANZAR
EN UN MUNDO DE
ALTA TECNOLOGÍA, ERA DEDICAR
MENOS TIEMPO A USAR LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS.”

A medida que implementaba nuevos hábitos, descendía de forma drástica mi nivel de estrés, hasta el punto de recuperar la alegría de disfrutar actividades como si estuviera rememorando mis días de infancia. Este plan de desconexión digital también puede ayudarte en la relación de tu interacción con el mundo digital, y es por eso que quiero compartir contigo, querido lector, mi vivencia a partir de la incorporación de los 7 hábitos y 24 acciones a mi cotidianidad, como un testimonio de la magia que puede producirse cuando bajas el ritmo y utilizas el poder de lo simple

Quizá estés pensando que en tu caso es imposible bajarle al ritmo ya que tienes demasiadas obligaciones por cumplir. Esto, a mí también me parecía una situación en extremo difícil de lograr, pero poco a poco, y a medida que simplificas tu vida digital, vas a encontrar formas de liberar tu tiempo y dejarás de ir aprisa. Con solo limpiar la bandeja de entrada de tu correo electrónico y optimizar el espacio de tu computador te estarás liberando de muchas tareas inútiles, y esto te dará el espacio suficiente para empezar a hacer cambios más profundos en tu rutina diaria.

Después de todo, las actividades análogas son las que mayor satisfacción nos dan, al igual que lo hacen los momentos felices compartidos con las personas que amamos. Estas experiencias alejadas de las comunicaciones digitales son las que da sentido a nuestros días y no, por ejemplo, el tiempo que pasamos frente al teléfono, o atrapados en el computador, o especulando acerca de la vida de los demás en redes sociales.

Espero que mis reflexiones te sirvan de inspiración y que este proceso hacia el minimalismo digital te proporcione tanta satisfacción como me la ha dado a mí.

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