«Las expectativas demasiado altas a menudo conducen a decepciones. A veces es mejor no esperar nada para evitar la frustración.» – autor desconocido.
Siempre he sido una persona que aspira a lo más alto. Desde niña, soñaba con tener una carrera exitosa, una vida llena de comodidades y una familia feliz. Pero a medida que crecía, mis expectativas se volvieron cada vez más altas y nunca parecía estar satisfecha con lo que tenía.
Compararme constantemente con los demás me llevó a sentirme cada vez más estresada y frustrada, hasta que finalmente caí en una profunda depresión. Fue entonces cuando busqué ayuda y descubrí la importancia de mantener expectativas más realistas y alcanzables.
Al principio, me costó aceptar la idea de bajar mis expectativas, pero poco a poco comencé a ver los beneficios. Al enfocarme en metas más pequeñas y concretas, logré progresos significativos y sentí una sensación de logro que antes nunca había experimentado. Esta sensación de motivación y autoconfianza me llevó a establecer objetivos aún mayores y, poco a poco, comencé a construir una vida más satisfactoria y feliz.
Aprendí que al centrarme en objetivos más pequeños, podía encontrar felicidad y satisfacción en las cosas simples de la vida. Empecé a apreciar las pequeñas cosas que antes pasaba por alto y a encontrar gratitud en las cosas que tenía en lugar de enfocarme en lo que me faltaba.
En resumen, mi historia muestra la importancia de mantener expectativas realistas en la vida. Aunque puede ser difícil abandonar nuestras expectativas más altas, al hacerlo podemos encontrar una sensación de equilibrio y satisfacción que de otra manera sería inalcanzable. Al centrarnos en objetivos más pequeños y alcanzables, podemos encontrar una mayor felicidad y apreciación por las cosas simples de la vida.
Feliz inicio de semana,
Rubiela Buitrago
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