¿Qué tan necesario es escribir todos los días?
No solemos preguntarnos si un músico tiene que tocar a diario su instrumento o si un deportista olímpico tiene que entrenar todos los días. Supongo que, una vez más, juzgamos la escritura con filtros distintos.
No hay una respuesta clara y universal a esta pregunta, así que voy a dar mi opinión basada en la indagación de los métodos y sistemas de otros escritores. También hay que tener en consideración que cada persona es un mundo y tendrá su propia experiencia y opinión.
¿Debo escribir todos los días o no?
Yo creo que sí es necesario escribir a diario. Por lo menos, si quieres escribir mejor, dedicarte a la escritura con cierta entrega (no como puro disfrute, afición o hobby). Es algo que siempre me ha rondado la cabeza y espero poder expresar bien cómo he llegado a esta conclusión.
Como ya lo he comentado en este blog, hace unos años me planteé tomarme esto de la escritura muy en serio, por aquella época leía mucho sobre hábitos y sobre cómo ayudaban a modificar nuestro comportamiento para poder conseguir una serie de objetivos. En concreto, había una serie de objetivos que yo era incapaz de conseguir mediante mera fuerza de voluntad. Uno de ellos era profesionalizarme como escritora; esto es: publicar, que me leyeran y recibir algún dinero por ello. Yo tenía problemas de disciplina, productividad y una gran dosis de inseguridad.
Fue así como, en el 2020 en plena pandemia por el covid-19, me inscribí al programa reto: escribe tu bestseller en 61 días y me propuse escribir un mínimo de 500 palabras a diario. Y lo hice, durante más de un año.
Luego se me formó un lío terrible con borradores sin corregir, y fui consciente de que ya no podía mantener ese hábito, que necesitaba parar y dedicar tiempo también a la revisión, corrección y reescritura. Hasta ahí, todo parecía bien. Hasta el día en que, después de un par de semanas de solo corregir, y reescribir, me di cuenta de que había perdido soltura. Que mi escritura estaba en retroceso. Todos los días escribía algo en algún sitio, pero no es lo mismo escribir en un blog que escribir un libro de no ficción, si bien estas dos prácticas se complementan y ayudan.
Pensé en algo que ya había leído por ahí, pero que no terminaba de creerme: la escritura es una práctica, y como tal, necesita ejercicio constante. Tus habilidades necesitan de repetición y progreso continuo. Y la habilidad creativa de escribir es única: no usas las mismas partes de tu cerebro para corregir o reescribir. Lo único que, en mi opinión, se asemeja, es donde las modificaciones que realizamos sobre el texto son lo bastante grandes como para llegar a ser, a su manera, nuevas escrituras.
En resumen, todo esto se reduce, a dos cuestiones importantes:
- La escritura diaria es la mejor manera de crear el hábito de escribir, si llevas poco escribiendo o te falta constancia.
- La escritura diaria es la mejor manera de ejercitar nuestra habilidad. No es lo mismo escribir 7.000 palabras en una maratón que 1.000 palabras diarias. La maratón es interesante porque te lleva a sitios que una media hora diaria no te va a llevar, y siempre la recomiendo. Pero esas palabras extra no deben sustituir al trabajo periódico.
Ahora bien, hay otra pregunta que también ronda a los escritores: ¿es la escritura diaria para mí?
Yo diría que sí, que es para ti y para todo el mundo (incluso para los no escritores: tener un diario o un blog tiene también una función terapéutica y creativa fuera del ámbito del autor). Y que si quieres escribir en serio, es la mejor manera de empezar. Intenta, por lo menos, hacerlo unos meses, y luego ya decides. Te aseguro que vale la pena.
No obstante, debo confesarte que no es tan fácil. Que no es cuestión de agitar la varita mágica y automáticamente conseguir hacer algo todos los días sin esfuerzo alguno. No, no es fácil. Pero sí que hay maneras de hacerlo más sencillo.
Cómo conseguir escribir todos los días
Parece una tontería eso de sentarse a crear cada 24 horas, pero cualquiera que lo haya intentado sabe que no es así. Los niños, el trabajo, la dieta, la mascota, y las redes sociales que te agarran y de las que te niegas a liberarte… Todo se confabula en tu contra.
Mi herramienta favorita, como ya he dicho antes, es el hábito.
Hay cientos de artículos sobre implementación de hábitos, y muchos están llenos de conocimiento superficial. Salen hasta en los anuncios de la televisión: haz algo todos los días, durante 21 días. Ese es un buen comienzo, pero, como todas las cosas realmente interesantes, no es tan sencillo.
Para empezar, 21 días no es suficiente para implementar la mayoría de los hábitos (máxime si se trata de un hábito con el que no has lidiado antes).
Estudios recientes apuntan a que el tiempo que se tarda en adquirir un hábito (para que este se vuelva automático) depende del hábito en sí, de la persona, y de mil factores más, como el detonante y la recompensa. Pero basta decir, para empezar, que la media de tiempo de implementación de un hábito podría rondar los 66 días. ¡Más de dos meses!
Así que ahora he vuelto a implementar mi hábito de escritura diaria, pero lo he hecho de manera diferente. Por ejemplo, ya no mido por palabras (que son más difíciles de calcular con la reescritura), sino por tiempo. Y la medida de tiempo es progresiva.
De eso precisamente se trató el reto de escritura que compartí en este blog y que fue la base para escribir mi libro Minimalismo Digital: 24 hábitos, 7 acciones para desconectar y reconectar con el mundo offline.
¿Quieres escribir todos los días? Toma nota:
El hábito debe ser único.
No es lo mismo un hábito simple como escribir a diario que la implementación de un hábito con múltiples factores, detonantes y efectos específicos en el cerebro, como es dejar de fumar.
Lo importante es que si decides implementar el hábito de la escritura, convendría esperar por lo menos seis semanas antes de intentar ponerte a implementar otro hábito más. Recuerda: la multitarea no es aconsejable.
El hábito debe empezar siendo fácil.
Yo empecé con diez minutos de escritura y fui añadiendo cinco minutos más cada semana. En caso de fallar un día, hay que volver a la cantidad de tiempo de la semana anterior (por ejemplo, si una semana te toca escribir quince minutos y fallas un día, deberás pasar otra semana escribiendo solo diez minutos).
El hábito deberá realizarse a diario (fines de semana y festivos incluidos)
Siempre a la misma hora. O, por lo menos, en el mismo punto de tu rutina. Por ejemplo: si decides que escribirás justo después de levantarte, lo importante no es que escribas a las nueve de la mañana, sino justo después de levantarte (a la hora que sea), porque este es tu detonante. Lo que nos lleva al siguiente punto:
El hábito debe disponer de un detonante y de una recompensa.
Esta es la parte más complicada, porque puede ser difícil encontrar el detonante: ese momento idóneo del día, el momento que te impulsa a realizar el hábito (recomiendo cualquier cosa que ya esté bien adherido en tu rutina) y la recompensa por su realización. Incluso puede que al cabo de unos días te des cuenta de que tu detonante no funciona y que necesitas cambiarlo. Hazlo: un buen detonante es la mitad de la batalla ganada.
Pero vamos a lo básico. Piensa en algo que hagas todos los días (fines de semana incluidos). Por ejemplo, despertarte. Tu detonante podría ser el momento en que sales de la cama. Tu recompensa podría ser el primer café de la mañana. Así de sencillo: te despiertas, escribes cinco o diez minutos y luego (o mientras) te tomas tu café.
Otra opción como detonante, que la mayoría hacemos a diario a una hora fija, es cepillarse los dientes. Desayunas, te cepillas los dientes, escribes y luego te permites diez minutos en Instagram (si eres capaz de pasarte solo diez minutos en IG, claro).
No es recomendable, utilizar recompensas que a su vez sean hábitos de los que más adelante te quieres deshacer. Si quieres perder peso, no te recompenses con una galleta; quieres beber menos, no te recompenses con alcohol; si quieres pasar menos tiempo en redes sociales, no te recompenses con tiktok. Si quieres escribir, no te recompenses con algo que impida tu progreso en otros ámbitos de tu vida.
Lo importante es analizar tus rutinas y ver qué detonantes te sirven y qué recompensas te estimulan. Cada persona funciona de forma diferente: para algunas personas la simple satisfacción de haber escrito es suficiente, otros necesitarán otro tipo de refuerzo. No tengas miedo de probar diferentes opciones hasta dar con algo que te funcione.
Probablemente esta sea la parte más importante de la creación del hábito, ya que nos permite «reconfigurar» nuestras asociaciones mentales, hasta que el hábito no sea solo automático, sino que el cerebro lo busque como si fuera una adicción.
Anota también que en vez de una recompensa puede utilizarse un refuerzo negativo (un castigo) si no se realiza dicho hábito. Cada persona responde a estímulos diferentes de manera distinta: yo funciono mejor con refuerzo positivo.
Uno debe rendir cuentas de su progreso con el hábito.
Con frecuencia leo a gente que se queja de esos escritores que todos los días comparten cuántas palabras han escrito. Sí, para los demás puede parecer insustancial y ridículo, pero no se dan cuenta de que forma parte de un refuerzo inconsciente. Si compartimos nuestro progreso con otros, estamos adquiriendo una obligación (tenemos que seguir, para no quedar mal) y a la vez estamos obteniendo más refuerzo positivo (si esas personas nos dan likes, o nos felicitan).
Vas a fallar y no pasa nada
Fallar un día en todo este proceso no es importante, pero procura no fallar dos días seguidos. Es difícil regresar, difícil empezar de nuevo. Pero incluso si te caes por completo, no tengas miedo de analizar por qué e intentarlo otra vez. Es un símil excelente para lo que es, en general, el proceso de la escritura.
Hay un alto porcentaje de posibilidades de que las cosas no salgan como esperabas. Escribes, publicas y sigues escribiendo. Fracasas y te vuelves a levantar, porque, entre otras razones, todavía no eres lo bastante bueno. Escribes, publicas y sigues escribiendo. Y a veces te preguntan que si hace falta escribir todos los días.
Puedes encontrar información más avanzada sobre factores relevantes y cómo identificarlos en este fabuloso libro: The Power of Habit de Charles Duhigg.
Para cualquiera que busque reconstruir viejos hábitos, formar nuevos o empezar de nuevo, este clásico que combina magistralmente investigaciones de vanguardia e historias cautivadoras para revelar cómo los hábitos moldean nuestras vidas y cómo podemos moldear nuestros hábitos.
Si te gusto este post te invito a comentar y leer las publicaciones en la sección de mi blog escribir para crecer.
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