Hay momentos en la vida en los que uno tiene la impresión de estar perdiendo el poco tiempo que le queda, de estar echándolo a la basura, pero, curiosamente, no se le ocurre nada mejor, no desea cambiar de vida, no quiere hacer grandes planes, no tiene ningún interés en convertirse en una versión mejorada de sí mismo…

Así comienza el libro de Contable a contadora de historias: apasionarte por lo que haces, mi autobiografía, que comencé a escribir finalizando mis cuarenta, respondiendo a la pregunta; ¿soy demasiado mayor para escribir?

A veces sentimos que somos demasiado viejos para empezar a escribir, porque creemos que ya nos perdimos de una etapa de aprendizaje o que ya no vale la pena siquiera comenzar a intentarlo porque ya no tenemos tiempo.  Yo considero que no hay ni un demasiado temprano ni un demasiado tarde para empezar a escribir, y no hay un momento que sea mejor que el otro.  Simplemente son búsquedas distintas, lo que sí hay que comprender es que se va a tratar de un proceso de cambio, de conocimiento interior muy profundo y auténtico. Empieza a escribir y cambia tu vida.

5 razones para escribir y cambiar de vida en la adultez

1.  La escritura como herramienta de cambio, escribe y cambia tu vida.

Algo que se debe decir acerca de la escritura es que comenzar, inevitablemente, requiere constancia y disciplina: esto no se puede evitar, ni hay atajos o trucos para reducir el esfuerzo necesario. 

Empezar a escribir no es fácil, igual que no lo es empezar cualquier otra actividad en la vida.  Suele pasar que de pronto, tenemos una idea que queremos poner en palabras, y entonces, a la hora de tratar de escribir, viene la primera decepción de cualquier persona que escribe: no sale como queríamos, las palabras no suenan exactamente como sonaban en nuestra cabeza, cuando aún no las poníamos en el papel o en la pantalla.  Las frases se sienten inapropiadas; lo escrito no es lo esperado.

Algunas personas que tienen esta experiencia, se sienten frustradas con el resultado del primer intento y nunca más vuelven a probar, lo cual es muy triste.  Otras, si bien deciden seguir adelante, creen que aprender a escribir es llegar a que “todo nos salga bien en el primer intento”: que no haya dudas ni imperfecciones, que el texto aparezca casi instantáneamente, como si no hubiera que hacer otra cosa que formularlo mentalmente para hacerlo aparecer en el mundo y la verdad es que las cosas no son así.

2.  Resolver preguntas

Cuando somos adultos ya tenemos una percepción un poco más clara de quienes somos y cuáles son nuestras preguntas, que pueden ser existenciales o de temas que nos mueven; porque cuando escribimos es porque hay algo que no se está resolviendo solo con vivir la vida. 

No se está solucionando con leer, con investigar, con escuchar música, ni con conversaciones con personas que nos pueden dar una cierta respuesta.  A veces, empezamos a escribir porque necesitamos entender algo de nosotros, del mundo, de nuestra historia, de las personas que nos rodean, entonces, decidimos empezar a escribir para encontrar esas respuestas.

3. Experiencias de vida que queremos transmitir

Escribir, es representar algunas experiencias de la vida humana de manera bella, memorable.  ¿Y de dónde van a salir esas experiencias que podríamos representar? De nuestra propia vida, principalmente, y por eso vale la pena dejar de vez en cuando el espacio donde estemos trabajando, salir y vivir simplemente.  Todo lo que nos suceda se podrá convertir en material de escritura.

Nosotros como humanos estamos narrando, contando historias todo el tiempo, incluso un reporte de ventas cuenta una serie de historias; no voy a romantizar el reporte de ventas, lo que quiero decir es que el lenguaje forma parte de nuestra vida y que las personas que empiezan a escribir en la adultez pueden usar a su favor todas estas experiencias.

4.  Romper prejuicios sobre el oficio de escritor

No hay una profesión de escritor, más que el oficio mismo; quizá hayas escuchado que quien escribe necesita concentrarse totalmente en esa labor, sin dejar que nada más se interponga ni se convierta en una distracción.  Esto es verdad en buena medida, pero a la vez es cierto que una persona puede acompañar la escritura con otras actividades.  De hecho, no está nada mal hacerlo.

La persona que se sienta a escribir puede venir de cualquier carrera y puede empezar en cualquier edad, entonces, olvidemos esa idea de que no se pueden empezar a escribir en cualquier momento de nuestras vidas.  No tengan miedo de empezar, porque no hay ni un temprano, ni un tarde; busquen dentro de su interior, que es lo que tienen para aportar al mundo. 

Una pequeña desventaja que tenemos  los adultos cuando empezamos a escribir es  que tal vez hemos perdido la inocencia y la soberbia de la juventud, elementos que enriquecen la escritura, porque lo cierto es que hay que  tener cierta arrogancia para pensar que tienes algo interesante que decir y a la vez, es necesario tener cierta inocencia para encontrar algo puro, algo autentico que pueda interesar a alguien,  o que nos va a enriquecer a nosotros como personas al ponerlo en el papel. 

5.  Reinventarse a través de las letras

No tienes por qué escribir de tu vida como contador o abogado si eso te aburre, al contrario la literatura nos sirve para conocer mundos, para crear fantasías, entonces, date  la oportunidad de salirte de ese prejuicio,  de que todo ya está dicho, porque tú tienes algo original y autentico que es tu filtro, tu punto de vista, los lentes a través de los que ves todo y  escribimos para conocer, para cuestionar, para curar heridas, para liberar fantasmas, para volver a convivir con personas con las que ya no están o para reescribir el final de una historia que nos hubiera gustado que fuera diferente. 

Hay miles de razones para empezar a escribir, pero no hay una edad, entonces vamos a quitarnos este miedo que significa no saber nada o saber demasiado, siempre hay algo nuevo que decir, y si no, es nuestra oportunidad de generarlo, piensa que se escribe para vivir y convivir con una serie de personajes y en un escenario en el que queremos permanecer. 

Escribe las emociones que quieres volver a sentir y vas a encontrar en las letras esa intensidad si es que quieres volver a la juventud, esa madurez si quieres escribir desde donde estas o ese cuestionamiento eterno que deberíamos tener todos, ese asombro de la niñez, esa capacidad de sorprendernos que podemos volver a generarla a través de las letras.

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