Álvaro Sáenz Alfonso. Filósofo y literato de la Universidad de los Andes; me ha regalado la siguiente reseña con ocasión del primer aniversario de libro
De contable a contadora de historias: Apasiónate por lo que haces.
¿Qué vale la pena contar y qué no?
Para Rubiela Buitrago, por muchos años la respuesta a esa pregunta era más que obvia: se cuentan los números, las cifras, el movimiento del capital, las inversiones y los proyectos. Tanto era así que no podía pensar en que se pudiera contar algo más y la pregunta ni siquiera se planteaba. Pero apenas su único hijo se alejó de ella para empezar su vida y su adultez, Rubiela se planteó por primera vez, de manera explícita, la posibilidad de que hay muchas más cosas que contar: las vidas, por ejemplo. ¿Cuáles vidas vale la pena contar? Eso es algo que la literatura se ha preguntado desde sus inicios y que cada libro responde a su manera. En De contable a contadora de historias, Rubiela nos da su propia respuesta: toda vida que, como la de ella, sea un testimonio del crecimiento humano, de la conquista de la felicidad, del devenir del amor en dolor y viceversa vale la pena ser contada.
Esta narración franca y humana nos hace testigos de la vida excepcional de una familia colombiana presentada a través de los ojos de su protagonista. Rubiela, con una voz íntima que nos invita a ser parte de sus alegrías y dolores, nos narra los momentos más importantes de su propia historia y cómo estos marcaron la mujer que es ahora. La maternidad, la importancia de la familia, el amor, la literatura y el dolor son los principales elementos de su historia que se tejen con la participación de sus familiares y amigos más cercanos. El lector es llevado con tranquilidad a través de los distintos episodios que componen esta vida que, con la publicación de este libro, inicia una nueva aventura. Con un lenguaje familiar, la narrativa de Rubiela lo hace sentir a uno como un amigo más: es como si ella le contara la historia a uno en una tarde cualquiera en compañía de un café.
Sin mayor pretensión que la de contar su propia historia, Rubiela demuestra con esta narración que somos dueños de nuestras propias historias. Quizás no en el momento en que las vivimos, pero sí en el momento en que decidimos qué recordar de ellas y cómo contarlo. Así, conforme nos cuenta su crecimiento como persona, empezamos a entender su transformación en contadora de historias y cómo este ejercicio, tan íntimo, pero a la vez tan universal, le permite agarrar todo el amor y el dolor de su vida para ofrecernos un consejo, una excusa para pensar nuestro propio pasado, una compañía para pasar una tarde.
De contable a contadora de historias es un nuevo hijo que Rubiela Buitrago decidió tener ya mucho más adulta y mucho más madura para compartirlo con el mundo y que ya celebremos un año de su nacimiento. La pregunta que ahora nos hacemos es: ¿Qué más historias nos tiene para contar Rubiela?
Te invito a leer el primer capitulo de «DE CONTABLE A CONTADORA DE HISTORIAS» haciendo clic en este enlace.
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